LOS PANTALONES DE SAN MARTÍN
Era la mañana del 28 de
Julio de 1821, Don José de San Martín se
había acostado muy tarde la noche anterior preparando y discutiendo con sus
Generales los términos adecuados para la proclamación de la Independencia, por
eso, cuando despertó ya eran casi las nueve de la mañana, entonces muy apurado
llamó a su empleado y le dijo:
- Mestizo, mientras yo tomo un baño, prepare mi
uniforme de gala.
El empleado presuroso corrió a descolgar el uniforme,
pero encontró todo menos los pantalones.
- ¿Pero en dónde habrán puesto los pantalones?- se
preguntaba al tiempo que salía del cuarto y llamaba a la planchadora:
- ¡Doña Juana, Doña Juana! ¿En dónde colgó usted los
pantalones del Generalísimo?
- ¿Los pantalones? ¿Cuáles, pues? -preguntaba doña
Juana con una cara de extrañeza como si ella jamás hubiera visto un par de
pantalones.
- ¡Los pantalones, de gala de mi General! -casi
gritaba de impaciencia el Mestizo.
- ¿Los pantalones, de qué color pues? - insistía Juanita con su cara de yo no sé.
- ¡Blancos, pantalones blancos! -repetía el Mestizo
cada vez más desesperado.
- Mejor vamos a preguntar a Panchita -dijo Juanita con
la mayor indiferencia.
- ¡Panchita, Panchitaaaaa! -comenzaron a llamarla.
Y apareció Panchita, una negra muy grande y robusta
quien era la lavandera.
- ¿Qué pasa con tanto grito, señor? -preguntó con sus
ojos grandes muy abiertos.
- ¿Tú has lavado los pantalones de gala de mi
Generalísimo? -preguntó nuevamente el Mestizo.
- Por supuesto que sí -contestó Panchita al tiempo que
miraba a Juanita.
- Segurito tú los quemaste a la hora de planchar
-acusó a la planchadora.
- No, segurito tú los rompiste a la hora de lavar se
defendió Juanita.
Y con esta discusión el tiempo pasaba y los pantalones
no aparecían, el Mestizo se sentía muy angustiado porque sabía que en cualquier
momento lo llamaría el General pidiendo su uniforme.
- Bueno, bueno, si yo no he sido ni tú tampoco -decía
Panchita -segurito los españoles los han robado para que no proclame la
independencia.
- Sí, segurito es un complot, tenemos que hacer algo
-dijo el Mestizo.
- Mi comadre es costurera y en una hora puede hacer
unos pantalones nuevos -dijo Juanita.
Y así corrieron los tres a la casa de la costurera
para suplicarle que de inmediato cosiera unos pantalones de gala para Don José
de San Martín. En el camino Panchita se encontró con Ruperta la lavandera de
otro General y le contó:
- Hay un complot de los españoles para que no se
proclame la independencia, le han robado los pantalones al gran general-
Juanita y el Mestizo hacían lo mismo con cuanta
persona se cruzaban y así en unos pocos minutos todos comentaban lo que estaba
ocurriendo.
Cuando los tres amigos de esta historia regresaron a
la casa contentos con la promesa de la costurera de tener los pantalones listos
en una hora, la puerta comenzó a sonar:
- Soy la lavandera del Coronel Ochoa, aquí le traigo
estos pantalones de mi Coronel ojalá le queden a su General.
A los pocos minutos nuevamente tocaron la puerta, y
otra vez, de manera que en veinte minutos, el Mestizo, doña Panchita y la
planchadora contaban más de quince pantalones de gala enviados por todos los
Generales y Coroneles enterados del problema.
En ese momento entró en el salón Don José de San
Martín muy bien uniformado y con los pantalones puestos diciendo:
- ¿Quiénes tocaban tanto la puerta, algún mensaje para
mi?
Los tres empleados quedaron boquiabiertos y se miraban
unos a otros al comprobar que los pantalones no se habían perdido en ningún
momento, sino que don José los había llevado al baño con él.
Don José proclamó la Independencia y nunca supo por
qué esa mañana todos sus Generales y Coroneles le dijeron sigilosamente:
- ¡Qué bueno que le quedaron bien mis pantalones!
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